La sangría, icono made in Spain para los turistas que buscan una bebida fresca en verano, está viviendo un florecimiento impulsado generalmente por bodegas dedicadas a otra bebida en recuperación, el vermut. Y asimismo por restauradores que quieren dignificar la bebida que más pide su clientela.
Ha llegado (esperemos) el fin de las sangrías imbebibles.
Ante la constante e inevitable petición de los clientes extranjeros, el restaurador madrileño afincado en Cataluña Enrique Valentí ha decidido elaborar una carta de sangrías de alta gama en el bar Marea Baja de su restaurante barcelonés Marea Alta.
“Somos un restaurante especialista en sangría, el cóctel español por antonomasia. Nos hemos propuesto dignificar este cóctel tan desvirtualizado con un gran trabajo de investigación previo. Buscamos qué combina bien para macerar con el alcohol y crear un exquisito elixir. Ponemos a tu disposición más de 12 tipos de sangría elaboradas con materias primas de máxima calidad y las combinamos con distintos tipos de macerado. Siempre utilizamos fruta por temporada que tratamos por impregnación, con lo que conseguimos aportar matices y una textura más crujiente”, explica Valentí sobre su Sangría’s Bar de Marea Baja, donde se sirve la bebida en frascos de laboratorio.
Y una gran cocinera como Carme Ruscalleda ha creado para sus restaurantes Sant Pau de Sant Pol de Mar y Sant Pau Tokio el aperitivo Sakría: atrayente bebida japocatalana elaborada con sake, cava, fresas del Maresme y menta fresca.
En el mercado se pueden encontrar envasadas sangrías de autor, artesanas, orgánicas y generalmente de baja graduación (6º, 7º u 8º).
Una de las más recientes, y ricas, es Cabecita Loca, producida en Barbastro, Huesca. Elaborada sin azúcares añadidos (solo contiene los naturalmente presentes en el mosto de uva) y macerada con canela en rama de Sri Lanka y vainas de vainilla de Papúa Nueva Guinea. Contiene además zumos naturales de cítricos mediterráneos y al no estar clarificada ni filtrada contiene pulpa de esos zumos y del mosto de la uva.
Otra buena sangría artesana es La Fresquita, de las bodegas Celler Sort del Castell, productoras del conocido Vermut Yzaguirre, que también comercializan la sangría Mar&Sol. Fresquita está elaborada con la variedad de uva tempranillo, azúcar y extractos de fruta 100% naturales.
La Prodigiosa es otra sangría gourmet, en el mercado desde 2013, elaborada con uvas de viñas viejas de tempranillo y sus ingredientes (zumo de naranja y limón, azúcar y canela de Sri Lanka) son de cultivo ecológico.
También es de uva tempranillo y de garnacha la sangría navarra La Fiesta, que contiene extractos de cítricos y frutos tropicales y se presenta no en botella sino en el moderno envase doy pack (bolsa flexible con bebedor).
Elaborada en Aragón, Lolea es el nombre de sangrías de vino blanco, tinto y (la más nueva) rosado, con punto burbujeante. Muy exportada, tiene además una versión “orgánica” (con limón, frutos rojos y cardamomo).
Santabela (en versiones tinta y clarea, sin gas), Salma, Luis The Marinero, Lolailo (de la bodega madrileña del vermut Zarro) y Sol de Ibiza son más opciones para quienes opten por esta tendencia de sangrías premium.
De Galicia ha llegado este mismo verano Alma Atlántica, una sangría blanca de las bodegas especializadas en albariño Martín Códax. Con un 7% de alcohol, está elaborada con uvas albariño, loureira y caíño blanco. También con el nombre Alma Atlántica elabora Martín Códax un refrescante vino espumoso de albariño y godello y un rosé con uva mencía.
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