¿ Misoginia o miopía? En la Guía Michelin 2026 las cocineras brillan por su ausencia, no por las estrellas de sus restaurantes

¿ Misoginia o miopía? En la Guía Michelin 2026 las cocineras brillan por su ausencia, no por las estrellas de sus restaurantes

 

Ha vuelto a pasar. En la Guía Michelin España 2026 las cocineras brillan por su ausencia, no por las  estrellas de sus restaurantes. En la gala celebrada en Málaga, las fotos siguen siendo una galería de figuras masculinas. De los nuevos 25 restaurantes que han recibido una estrella, solo dos están liderados por mujeres: Faralá (Granada), de Cristina Jiménez, y Palodú (Málaga), de Cristina Cánovas y Diego Aguilar.

Cinco restaurantes han recibido nuevas dos estrellas, ninguno con una cocinera al frente. Se han repartido cinco estrellas verdes a la sostenibilidad y el compromiso local: solo hombres. Se han otorgado cuatro premios especiales (sala, sumillería, joven chef, chef mentor) y ninguna protagonista femenina.

No hubo reparto de más tres estrellas, pero hay que congratularse de que las que están en el Olimpo siguen. En el firmamento de las tres estrellas Michelin, con 16 restaurantes, tan solo están la vasca Elena Arzak, gran heredera de la fama paterna Arzak, a la que ningunearon mucho tiempo señores opinadores gastronómicos; y la asturiana Esther Manzano, que oficia en la cocina de Casa Marcial, pero al hablar de este restaurante suelen olvidarla y nombrar solo a su hermano Nacho, con quien comparte cocina.

Cristina Jiménez, que lidera el restaurante de Granada Faralá.

Cristina Cánovas y Diego Aguilar, los flamantes estrellados de Palodú, hablan de su “cocina dual”. Hay unas cuantas parejas, sobre todo de jóvenes chefs, que comparten protagonismo de su restaurante. Pero hay muchos, muchísimos restaurantes en todas las comunidades y territorios españoles con mujeres talentosas al frente de los fogones. ¿Por qué siguen siendo invisibles año tras año? El mandamás internacional de las guías Michelin, Gwendal Poullennec, dijo en su vídeomensaje (no estuvo en Málaga) que “las cocineras y cocineros hacen arte desde sus restaurantes”. Bonita frase. Pero al parecer hay pocas artistas. O están escondidas e inaccesibles en carreteras secundarias a las que no llega la famosa marca de neumáticos. ¿No tienen “cocina excelente” y no “merece la pena el viaje” para llegar a ellas?

La directora general de Michelin España, María Paz Robina, presumió al comienzo de la gala de la preparación y de la capacidad de descubrimiento de sus inspectores, esos que visitan 250 restaurantes al año. ¿Y qué ven? O mejor, ¿qué no ven? ¿Es miopía gastronómica o misoginia? ¿Por qué les cuesta tanto detectar y valorar el talento femenino?

La masculinización michelinesca es como el día de la marmota. Sigue guía tras guía, aunque ha habido años en que parecía que la cosa cambiaba, porque subían al escenario a que les pusieran la chaquetilla (eso sí, entregadas por azafatas) un par de cocineras. Pero no, la vida según la guía roja sigue igual. Ni estrellas rojas ni estrellas verdes. Cocineras invisibles.

Cristina Cánovas y Diego Aguilar, responsables de Palodú, en Málaga.

Tan solo 33 de los 290 restaurantes españoles con estrella en la guía de 2025 están liderados por una cocinera, resalta el coleccionista de guías y experto en estadísticas michelinescas Antonio Cancela. “Esto representa un 11% del total, considero que es un porcentaje muy reducido de cocineras con estrellas Michelin”, dice. Y la propia guía reconoce en sus datos que en la última década hay un 10% de restaurantes con estrella liderados por mujeres.

Hay restaurantes de cocineras con estrella, sí, pero no suficientes. ¡Y lo que les cuesta otorgar la segunda! Ejemplos: el restaurante homónimo de la mallorquina Maca de Castro;  A Tafona, de la gallega Lucía Freitas; La Salita, de la valenciana Begoña Rodrigo… La tercera estrella no digamos. Fina Puigdevall y Martina Puigvert, madre e hija en Les Cols conservan sus dos estrellas, pero es un restaurante merecedor de tres. 

Injusticias las hay también en el mundo masculino, recordemos la histórica ya cicatería estelar con Mugaritz y con Enigma. Pero dada la escasez de firmamento femenino cuando se quita una estrella duele tanto como cuando no se da. Carme Ruscalleda, la mujer que en su día sumó en sus restaurantes más estrellas en España y en el mundo (siete entre Cataluña y Japón), tenía dos estrellas en Moments, donde su hijo Raül Balam es titular de la cocina y ella dirige la orquesta culinaria, pero sorprendentemente (e injustamente) el restaurante perdió una en la guía de 2025.

Esta sequía de estrellas en los negocios gastronómicos femeninos es triste, pero como más vale reír que llorar, podemos pedirle a Michelin en tono Jennifer López. Ella quería el anillo. Las cocineras y quienes seguimos su trayectoria queremos más reconocimiento y más brillo: ¿La estrella pa cuándo?

El tradicional selfi de Quique Dacosta, con Elena Arzak y Esther Manzano entre los chefs de restaurantes con tres estrellas Michelin.
  • Este artículo de opinión fue publicado en Gastronomía de El Confidencial

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